Es un niño, nada más o nada menos. Como tantos fueron antes y serán después.
Pero, no importa, él es sólo un niño al que ayer he mirado y he admirado. Lo he mirado con mis ojos más inocentes, intentando ponerme a su altura. Y ha sido un maravilloso placer.
Su completa dulzura y su inocencia son suficientes para devolver la calma a una vida, para llenarla de paz y deseos, para hacerla mejor.
Y pienso entonces que por qué no nos detendremos más a menudo a mirarlos a intentar comprenderlos y a imitarlos.
Y el mundo sería otro, sería mejor.
3 comentarios:
No dudes, corazón, que si nos detuviéramos a diario a observar la simpleza y pureza de los chicos, nuestra visión de las cosas sería absolutamente diferente. Reflexiva y tierna entrada esta vez. Hasta necesaria. Un beso.
Ves que hermosa edad? quién pueda regresar el tiempo a travéz de la mirada más genial, auténtica y limpia que la de un ninio, no cabe alguna duda que ha vivido! DEjo mi abrazo.
Alles Liebe
^^(°°)^^
Un niño pequeño es esperanza.
Esa que se ha perdido alguna vez entre la prisa, que se ha olvidado.
Me has hecho recordar a otros pequeños que han estado muy cerca de mí.
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