miércoles, 10 de octubre de 2007

La belleza de la imperfección

Recientemente he estado visitando y disfrutando del Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid y, el cuadro de la fotografía es uno de los que allí se exhiben. No tengo muy claro cual es su título si "Venus y Cupido" o "Venus con niño" como creo recordar que figura en el museo. Su autor es, nada menos que Pedro Pablo Rubens . Puedes admirar o no las mujeres que pintaba Rubens, pero a lo que no puedes negarte es a su magnetismo, a su carnalidad, a su atractivo realismo.
La mujer de este cuadro está magníficamente iluminada y su cabello luce en todo su esplendor, así como su mirada incluso la que se refleja en el espejo. El amorcillo, con sus alas, es justamente un amor.
Cuando estaba parada ante él, totalmente atónita ante ese derroche de expresividad, algo me chocó; algo totalmente ajeno a la belleza que trasmite y, entonces lo vi.
Ese brazo derecho que la Venus apoya un tanto lánguidamente sobre su pierna izquierda y que sujeta parte del manto que la cubre, no era suyo, no le pertenecía, era un brazo que se había desenroscado y descolgado de su hombro, colándose subrepticiamente de esa manera en el cuadro, pero que, a pesar de todo, formaba parte del mismo.
Y es ahí, en esa ¿deformidad?, en la que mi pasmo queda enganchado. ¿Cómo es posible que un disparate tal no trascienda como tal disparate sino como parte de una hermosa obra de arte que, además, las más de las veces no se percibe?, ¿cómo triunfa, se cotiza y se exhibe un cuadro con un error tan grande?

1 comentario:

ricardo dijo...

Hola. Gracias por tu comentario en mi blog. El blog tiene cosas de los libros, las películas, la música, la pintura y otras entidades culturales cosas que yo veo. Te invitamos a que llegó a mi blog y darme y algunos consejos culturales.
Besos

Ps - mí disculpas por mi mal español