domingo, 13 de febrero de 2011

MI QUERIDA SONÁMBULA (I)

He conocido a una sonámbula. Ha crecido junto a mí, aunque sería más lógico decir que yo he crecido a su sombra; ella, dándome la mano, defendiéndome y enseñándome
En mis alrededores hay  personas que hablan en sueños y en alguno de mis nocturnos paseos, suelo pasar ante una puerta cerrada, tras la que no es nada extraño oír balbuceos, protestas, gruñidos. Todas, cosas difícilmente clasificables, pero que al saber que  es la fortaleza íntima de una sola persona, siempre cavilo lo mismo: éste es el reducto de la imaginación,  descansado de un largo y trabajoso día.
Pero el sonambulismo es mucho más llamativo y también muchísimo más incomprensible y desconcertante. Cuentan que acaso sea un desorden del sueño, pero yo no lo entiendo cuando recuerdo el orden, método e incluso alevosía, con el que llevan a cabo sus espectaculares “paseos en solitario".
Mi querida sonámbula, con el paso de los años, ha ido declinando de aquellas viejas costumbres. Aunque todavía la he oído contestar un teléfono, ponerse en su lugar de trabajo y hacer aspavientos para remarcar situaciones y descolocar miradas adyacentes.
Se me instala la sonrisa pensando en el susto y mal rato que debió pasar aquel joven cuando, aquella aciaga noche, todavía recién casado, se había retirado a descansar antes que su esposa y los demás miembros adultos que conformaban el hogar en aquella casa. Él se hallaba cansado tras un incómodo viaje que lo llevara hasta allí.
Ella, como yo, hacía tiempo que reposábamos del ajetreo diario porque en aquella casa, los niños tenían que acostarse temprano. Mi sueño era tranquilo siempre, sosegado y profundo, pero del de mi querida sonámbula, podía esperarse cualquier sorpresa.
Aquel día, como si tal cosa, abrió la puerta del dormitorio ajeno. Debo dejar claro que hasta tal momento, se habría bajado de su vieja y alta cama y llegando a la puerta de su cuarto descalza, la tendría que abrir y atravesar unos metros de un embaldosado y frío pasillo para llegar hasta la alcoba vecina. Camisón hasta los pies, ojos abiertos, mirada perdida, las manos extendidas y, cual fantasma sin cadena, pero intimidando con el gesto y el movimiento de sus brazos, repetía: “ah, ah, ah, ah”. Consiguió asustar, como si ése hubiera sido su cometido hasta que, cuando así lo consideró, giró y retrocediendo por sus propios recientes pasos, volvió a la tibieza de su cama y liberador descanso.
Este marido, nuevo  en la familia, desconocía completamente la peculiaridad de la niña y, luego esconder la vergüenza de su desnudez tras la cortina, hubo que esperar, con el corazón palpitando y el desconcierto mezclado con un temor infantil a que, aquella niña que tan normal celebrara su llegada hacía unas horas, decidiera regresar a su lecho.
El hombre, casi temblando, no tuvo más remedio que vestirse y, como pudo, fue al encuentro del resto de la familia, ante la que, atónito y confuso, contó lo sucedido. Sin dificultad nos podemos imaginar la mofa y escarnio que se desataron y que duró años.
Háganse Uds. a la idea: invierno, seguramente mucho frío en una oscura noche, joven recien casado, un poco timorato, por los pocos años y por novato en las lides de aquella gran familia, un pueblo pequeño casi perdido, lóbrego silencio en una casa grande sin luces prendidas en aquellos pasillos que aislaban voces amigas, recientemente “escapado” de las “fauces” de un seminario en el que había permanecído muchos años...
El sambenito perduró.

Imagen de: David Vela - Ilustraciones &Humor.-
http://davidblogcartoon.blogspot.com

20 comentarios:

Rosario Ruiz de Almodóvar Rivera dijo...

Me ha gustado mucho tu entrada, Fonsilleda, hacía tiempo que no leía historias de sonambulos y la he disfrutado.
Un abrazo fuerte amiga, desde mi Librillo.

TORO SALVAJE dijo...

Es para asustarse.
Supongo que con el tiempo uno acaba habituándose pero hasta que eso ocurre...

Besos.

Susi DelaTorre dijo...

Es un trastorno curioso, que sorprende y si dá con un espíritu asustadizo,pueden suceder espantos y sustos.

Un saludiño, Fonsilleda!

es dijo...

!Cómo me ha encantado este texto! tiene esos "espacios" mágicos de las sombras, ternura, diversión... Y supongo que sigue? porque veo que dice (I) en tu título.

Hacía mucho que no te leía... Qué placer hacerlo!

Besos

matrioska_verde dijo...

Es para asustarse, a mí más que eso me daría un ataque de nervios, seguro.
Yo soy de las que hablo mucho, y grito y lloro. De pequeña también me incorporaba en la cama pero nunca llegué a levantarme.

Biquiños,

Anabel Cornago dijo...

vaya... esta historia me ha dejado muy intrigada. El estilo y la narración, fantásticos. Espero más, a ver si se me resuelove una duda, jiji.
Besitos :)

auroraines dijo...

Me hace sonreir la sonámbula, yo la ayudaría a dar la vuelta e irse por donde vino...
Un bico

Tempus fugit dijo...

Debe de ser impactante un encuentro de ese tipo... aunque siempre la leyenda añade su grnito de arena.
Muy buen relato.

besos

María Socorro Luis dijo...

El mundo de los sueños es muy misterioso. Y apasionante.
En mi época de estudiante, tuve una compañera de pensión que hablaba en sueños muchas noches. Contaba escenas y mantenía conversaciones, que al día siguiente no recordaba.

Me ha gustado mucho tu texto.
Me interesa mucho el tema.

Besos, muchos.

maliae dijo...

Qué bueno tu "cuento", un transtorno casi mágico, diríamos, aunque sólo sea por toda la literatura que ha generado, y ene ste caso también una duda... estaré atenta.
Siempre es un placer visitarte y recibir ts visitas.

el ajo ;)

de Avalon dijo...

>Este otro blog (maliae) ni caso, siempre me lío, está inactivo y no sé cómo cerrarlo...

gracias.

RosaMaría dijo...

Un mundo diferente donde puede suceder cualquier cosa. Me encantó la anécdota y la forma. Un beso grandote.

Manuel dijo...

Yo también tengo una buena vivencia con un sonámbulo. Pero la forma de explicarlo está solo en tus manos.
Pobre hombre, seguro que se preguntó ¿dónde me he metido?
Como siempre tus narraciones me atraen sobremanera. Por su contenido y por tu cuidado en la forma de contar.

Excelente, Ana.
Un bico.

Tétis dijo...

Olá Fonsilleda

Magnífico o teu texto, aliás como todos os que aqui encontro sempre que te visito.

Sempre tive curiosidade em encontrar e conviver com um sonâmbulo, observar o que faz enquanto nesse estado.

Uma vez mais fiquei fascinada e presa ao teu relato, do princípio ao fim. E, como já é habitual, li-o mais de uma vez!...

Beijinhos amigos

Marisa dijo...

Siempre tiene algo
de mágico el sonambulismo
en el sueño,la situación
que tan bien recreas
le añade algo de cómico.

Después de pasar por
el seminario tiene gracia
que cargue con ese
sambenito.

Besos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Eso es lo malo... que los sambenitos, siempre perduran, aunque no sean realidad.

Saludos y un abrazo.

ARO dijo...

Una entrada estupenda, llena de magia y de intriga. El tema es muy sugeridor y los has aprovechado perfectamente.

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Amiga,

Me pongo en situación y tan solo de pensarlo se me ponen los pelos como escarpias...

Pobre hombre¡¡ Cual aparición en ánima de pureza virginal, como flotando en el espacio debió verla. Y tal vez pensó entre sudor frio y pálpito congelado si no hubiése sido mejor haberse quedado en el seminario...

Menudo papelón.

Bicos

Unknown dijo...

Tengo un hermano que cuando vivíamos juntos era sonámbulo, ahora no sé si sigue igual o se curó, pero las situaciones que viví de su sonambulismo fueron muy simpáticas.
Tú texto, como siempre escrito de tal forma que atrae al lector y lo mantiene pegado a la pantalla hasta terminarlo y aún quedar pensando cómo se puede escribir tan bien.

Bicos

Manel Aljama dijo...

Mi querida sonámbula voy a ver la segunda parte. La primera promete pues me ha arrancado un sonrisa donde el pobre novato sólo tendría pánico. El miedo es desconocimiento. Como decían al final del "El nombre de la Rosa", más o menos: "si sabe y conoce deja de tener miedo y si no tiene miedo deja de creer..."

La ilustración es muy buena. Ha sido en mi modesta opinión un acierto la elección.

Manel