lunes, 19 de abril de 2010

CAMINOS EN LA MIRADA

Los nuevos transportes, rápidos y cómodos, te aíslan de sensaciones amadas, te separan de los caminos largo tiempo aprendidos, para convertirlos en otros, intangibles y lejanos. Más fríos.
Cuando salimos, el sol ya había despertado el paisaje, aunque todavía algunas zonas se desperezaban entre tibios vahos húmedos, que la luz y temperatura propiciaban .
El verde lo era más. El azul rozaba con su intensidad un cielo entusiasta. El marrón se atenuaba con la suavidad del día y algunos brotes jóvenes presumían lozanos y frescos.
Las nubes nos habían regalado su ausencia más vehemente. Todo brillaba y era nuevo, sano y limpio.
Mucho tiempo sin salir por esas carreteras, en tantas oportunidades recorridas cuando no eran tan cómodas y rápidas. Tiempo y ganas se necesitaban entonces. Casi deseo de aventuras.
Ahora comenzaba a recuperar paisajes y sensaciones. Abría mi mente a viejas experiencias que, ahora, eran nuevas porque el inmutable paisaje, no lo es tanto.
Luces, colores, aromas y relieves me iban invadiendo y pasivamente los dejaba que recuperaran su espacio. El hueco que antes ocuparan.
Y mis ojos absorbían sensaciones remotas, tierras perdidas en los años, árboles y hierbas, montes y colinas, aromas imaginados. Hasta pensaba amapolas que no había.
Y los tonos. Todo iba encajando, excepto esas cumbres nevadas a las que tuve que buscar su lugar. Primero las más mías, las cercanas, luego, a poco, las más alejadas. La nieve en aquellas cumbres, hacía resaltar más la belleza de nuestras sierras y confería a los llanos una característica distinta.
Aquel ocre nacido de remotos adobes (¿o al contrario?), acompañado  a ratos por unos hierbajos secos, insulsos y resabiados pero que, a ras de suelo adquirían, bajo la esplendida luminosidad, tonalidades malvas y los verdes esporádicos e intensos, enriquecían un nuevo arco iris, que nacía para mí.
Aquí y allá algún pequeño y viejo robledal que, en el aire, se puebla de milanos o acaso cernícalos. Sus vuelos hermosean y endulzan el aire, poblado de olores antiguos y gustos de batallas y espadas.
Todo ello, salpicado de pequeños pueblos, también ocres o ladrillo, con hermosos y enormes templos que cobijan devociones. Algún río o embalse cruzado, que este año va pleno de gráciles y rumorosas aguas, aunque se les nombre "Sequillo".
Mas tarde inmensos y verdes campos que se extienden hasta el horizonte y, de vez en cuando, rompiendo línea, alguna loma atrevida o en osadas curvas. Y los enormes rebaños, siempre blancos y siempre tranquilos y lejanos.
Y otro pequeño pueblo ocre, con altivo y gran templo.
Los pocos árboles y matorrales que atravieso, pequeños, duros y retorcidos, guardan empero inquilinos hermosos y tan resistentes como ellos.
A medida que recupero sensaciones, también dejo espacio para nuevas emociones. Porque hay jóvenes y enormes dragones, desconocidos para mí, poblando los campos. Ahora están quietos, silentes y calmados, pero descubro con placer que, en lugar de fuego, hay momentos en los que, sus pequeñas fauces, lanzan con ritmo y pasión el caro líquido vivificador.
Descubro nuevas plantaciones inanimadas que identifico como portadoras de energía. Paneles solares pueblan ahora tierras antiguas. Las nuevas energías, satisfactoriamente ganan terreno, creciendo mi asombro.
Cambia el color de la tierra que ahora es casi blanca. Alejada del ocre o marrón, me trae el aroma de playas y  mar.
Atravesamos pinares, retorcidos matorrales y siempre, alguna torre o castillo orgullosos, demuestran altivos, que la historia pervive en la tierra.
Me he guardado con placer, la sorpresa de  ciudades pretéritas, amadas y quietas, las torres plagadas de enormes nidos de alados seres, que otros tiempos portaban los niños en sus nacimientos, las sierras vetustas y vastas, que hacen carreteras en ondas, el frío de secano, tan frío y distinto y los hombres y mujeres que somos y están.
He guarecido, en su rincón, todos y cada uno de los caminos recorridos, los narrados y a los que no he llegado por falta de palabras,  incluso los nuevos.
Ni siquiera sé si vi lo que vi o simplemente mis sueños se hicieron realidad, colocando, castillos, cereales, cigüeñas, colores y aromas allí donde sólo hay caminos.


20 comentarios:

Anónimo dijo...

Normalmente los caminos tienen todo eso, pero si no es así, ¿Qué importa? Creo que da igual si es imaginado o real, lo importante es lo vivido, sea como sea.

Un abrazo.




John W.

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Gozar de los bellos momentos, esto es a lo que me lleva tu relato.
Qué bellos los cigueñales, qué bellos los Castillos, que bellos recuerdos...

Un abrazo, Montserrat

Unknown dijo...

No pude dejar de comparar tu emoción por el camino con la mía. También yo he sido un caminante empedernido y testigo de la metamorfósis del paisaje... y siempre pensé de qué manera nos verá el camino a nosotros. En este relato sentido minucioso que nos dejas se llega a ver el fondo de tu alma...y es hermoso.
Abrazos, Ana
Bicos del REL

Tatiana Aguilera dijo...

Por eso adoro caminar, nada más placentero para los sentidos en su conjunto, que sentir todo en nuestro interior. Dichoso el ojo que valora los colores, formas, figuras, naturaleza; el oido que guarda todos los sonidos para acompañarnos en noches de nostalgia...Nada como una agradable caminata que nos aporta tanto y no cuesta nada.
Un abrazo

TORO SALVAJE dijo...

Me da igual si es así o no.
Me siento privilegiado simplemente con haberte leído.

Besos.

Carmen Graña Barreiro dijo...

Así lo has vivido y así lo vivo y lo disfruto yo, que bebo agradecida en la fuente de tus palabras. Un regalo para los sentidos.
Hermoso Fonsilleda.
Mil bicos

Unknown dijo...

Pues me da igual si los has soñado o lo has vivido porque al leerlo lo viví yo y eso ya no es un sueño. te aplaudo , y te vuelvo aplaudir y me alegra que quien fuera te diera ese par de ojos alojados tan cerca del pecho y demostrados por las manos, esas mismas manos que alguien inmortalizó en una fotografía: Si es que las mejores fotos salen movidas;-)...
Lo de los jovenes dragones ..ummmm , bello

Bicos

Unknown dijo...

Ahhhh, de la foto de Juanka mejor no digo nada que me crecen los dientes de envidia...y hasta babeo... ya sabes la imagen que vendría ahora si estuviera por otro lado hablando contigo, esa niña llorona que tanto me gusta...

más bicos

Marisa dijo...

Todo lo que viste
lo hiciste tuyo
con esa mirada
interior que siente
lo que ve.
A veces me pasa lo mismo
cuando recorro senderos
de otros tiempos.

Me gusta mucho como recreas
los paisajes.

Biquiños.

ARO dijo...

Bellísimo tu relato, hermosos esos paisajes que me has ido enseñando a medida que leía tu texto.

auroraines dijo...

Sí que lo viste, esos detalles que das son de quien lo vivió realmente
y yo me transporté con tu relato a cada lugar que mostraste en tu recorrido, campos, sierras, montañas, río, mar, castillo, torres.
Hermoso lo que contaste y los caminos de tu mirada.
Biquiños

Chousa da Alcandra dijo...

Creeme, compañeira, que os ollos son unhas excelentes raíces para absorver con fruición todas cantas emmocións nos rodean...
Bicos na mirada

Tempus fugit dijo...

Una cosa es viajar y otra "teletransportarse". El viajar es el placer del recorrido. "Teletransportarse", la búsqueda del destino inmediato. Prefiero viajar.


besos

Manel Aljama dijo...

Es cierto, los nuevos transportes te aíslan de sensaciones amadas. ¡Esa frase me gusta!

Bueno te aislan de sensaciones en general pues hasta un coche hoy parece una burbuja de aislamiento. Recuerdo un documental donde un ex corredor que añoraba sentir el asfalto al conducir. Ni siquiera son humanos pero los llamas fríos (no tiene calor).

El paso del tiempo hace mella en los paisajes que ya no encajan con la imagen de la memoria. Como nostros ellos también han cambiado. Pero la imagen de la memoria es feliz y cruelmente manipulable a nuestro gusto y nuestras necesidades actuales.

Un bellísimo texto descriptivo por el que gracias a tus palabras hemos hecho un auténtico viaje.

También has elegido una ilustración muy buena para el texto.

muitos bicos

Angel dijo...

Viajar, siempre viajar, aunque sea con la mente, que, a veces, es la mejor manera de viajar.
Besos desde el Sur.

Melba Reyes A. dijo...


Son imágenes reales para quienes te leemos y te disfrutamos.

Gracias por compartir.

Salud♥s

Manuel dijo...

Genial viaje, Ana. Me he sentado a leerte en un pequeño bar junto al mar y he estado viajando contigo, y también, cómo no, soñando contigo. También ví amapolas que no había.

Un beso.

Pilar dijo...

Yo camino por mi Sur, navego por sus ríos, me trepo en los manzanos de mi infancia y huelo las mañanas perfumadas de vida. Yo, vieja ya, sigo inventándome planetas, perfumándome de otoños, salpicándome de sueños, a pesar de haber vivido tanto en esta vieja historia de andar y desandar la vida.
Me encantó leerte. Llevo días con sensaciones “extrañas”. Deja vu me envuelven sin saber aún, a que pertenecen.

Abrazos , muy, pero muy grandes.

Rosario Ruiz de Almodóvar Rivera dijo...

Momentos reales que pasan fugaces en nuestras retinas, pero que tú describes divinamente.

Un abrazo fuerte desde mi librillo.

matrioska_verde dijo...

un texto detallista, supongo que igual que lo eres tú... por cada línea se respira el disfrute de la naturaleza, los aromas...

con un final perfecto, poético, dejando libre el que cada uno piense si fue realidad o tan sólo un sueño.

biquiños,