miércoles, 6 de febrero de 2008

DE JUSTICIA

Fotografía: Wim Olthof.

Se me ha ocurrido plantearme que es de justicia que si en estas páginas mías estoy, entre otras cosas, derramando mis recuerdos o muchos de ellos, lo haga también para referirme a una persona, con la que dudo que ahora mismo tuviera algo que ver y compartir, si nuestra relación hubiera continuado o si viviera, cosa que no puede ser por los años transcurridos. ¿O quizá si?, precisamente por ser como era y lo que era.
La Madre Mª Josefa, una de las monjas que poblaban aquel colegio, vuelve intermitentemente a mi pensamiento y supongo que será debido a que, a pesar de haber rozado mi vida un corto espacio de tiempo, aunque su influencia o presencia hayan sido fugaces, me ha dejado huella, de alguna manera me ha marcado un poco.
Atravesó mi vida de los 10 a los 14 años y aunque es posible que esos sean unos años (o hayan sido antes, hace ya algún tiempo) muy impresionables, años en los que, lo que te rodea te deja una profunda impronta, aunque sea a modo de cicatriz de rasguño, lo cierto es que ahí está su presencia. Ahí está su imagen.
También es posible que aquella monja fuera un ser especial. Es más, es casi siempre a través de su recuerdo, cuando surgen en mi memoria aquellos años y sus protagonistas, todos los seres que los poblaron.
Ella era pequeña, muy pequeña, delgada, muy delgada, enjuta, rápida, siempre estaba atareada, eficaz, lista y quizá de todas aquellas mujeres la más completa a pesar de su menudencia. Nunca la recuerdo en simples tareas de vigilancia, parada.
Era como una ráfaga y sonaba más silenciosa todavía. Si la esperabas, llegaba precedida (¡menos mal!) por el bisbiseo de aquellos hábitos largos y del rosario que llevaban colgado, nada más.
Le llamábamos Ratoncito Pérez debido a su tamaño, rapidez y al silencio que la acompañaba.
Era la profesora de música y de francés, en unos años en que era muy difícil encontrar a una mujer, sobre todo de sus años, con estudios de idiomas y a mí me encantaba y pasmaba verla tras el armonio con sus mínimas y blancas manos, tocando y dominando con gran acierto y expresividad, teclado y lengüetas y moviendo el fuelle con unos piés que difícilmente alcanzaban a los pedales. Dominaba el instrumento, aunque de primera impresión parecía que éste la tragaba.
Era enérgica y sabía hacerse obedecer sin ser, y eso ya era especial, excesivamente dura. Quizá fuera su carácter serio, concentrado y trascendente lo que nos impresionaba y hacía que la temiéramos y obedeciéramos y, bien curioso, la respetáramos supongo que, al menos yo, más que a cualquier otra.
Pero, lo que me tenía totalmente atónita a mi, que soy especialmente torpe para atender a más de una cosa al tiempo, era que, sentada ante el piano con una alumna al teclado, corrigiendo un montón de cuadernos sobre sus rodillas, un lápiz de color o una pluma en las manos y tú (yo, por ejemplo), a su lado, nerviosa, con los ojos como platos (siempre pensando ¿se dará cuenta si no lo sé o me equivoco?, ¿le podré meter una?), sometida a sus preguntas. Mientras a ella la oías: "ese mi bemol", dando un toquecito en una tecla del piano; la veías como escribía, tachaba, anulaba o corregía en los cuadernos que se iban simultaneando y a tí (a mí) que no permitía que le colaras nada que no viniera a cuento, o te miraba como diciendo: "ya, no hemos estudiado mucho ¿verdad?".
Algunas veces creo que, aunque sea para justificarme, si no era capaz de contestar algunas veces, era debido, literalmente, a que me quedaba sin palabras pensando, no puede enterarse de todo, no puede ser capaz de hacerlo bien, es imposible.
Per lo era. Era totalmente posible y lo hacía.
Mis respetos.

1 comentario:

Froiliuba dijo...

Los recuerdos de la infancia y adolescencia creo que son los más limpios, quizás por ser la época de la vida mas "pura" o porque la mente ha ido puliendo lo que recordamos y como los cantos rodados, dándoles forma hasta pulirlos.
Me gusta como escribes Anuska, no dejes de hacerlo nunca, y recuerda, si en otros sitios esto es largo, aqui se nos hace cortísimo
Un bico