
Existen en Roma 6 "estatuas parlantes", la mayoría de origen romano que son: Pasquino, Madama Lucrezia, Marforio, El Babuino, El Fachino y Abate Luigi. A partir del siglo XVI parece ser que fueron utilizadas para dejar colgadas en ellas frases contra los caprichos del poder, veleidades de la moda o abusos de los invasores, casi siempre de contenido satírico, la mayoría de las veces en verso y a menudo iban dirigidas a personajes públicos importantes, incluidos, o especialmente, papas.
Cuenta la leyenda que Pasquino, (que en realidad parece ser que es una estatua de Menelao que sostiene un maltrecho cuerpo de Patroclo), que fue un barbero o un maestro que daba sus clases en Plaza Navona, fue el primero que comenzó a colgar del cuello de la estatua sus escritos contra el gobierno de los papas, aunque también se apunta a que pudieran ser sus discípulos quienes iniciaran la costumbre para dejarle mensajes, debido al parecido físico entre Pasquino y la estatua.
Como quiera que hubiera comenzado, pienso que no tiene mayor importancia; la realidad es que, ya sea colgados de sus cuellos (como parece que lo hicieran al principio) o adheridos de cualquier manera a sus bases o cuerpos, los romanos han seguido utilizando a Pasquino y a las otras estatuas para sus comentarios, sus quejas y ahora, por extensión, sus anhelos, deseos, desengaños etc.
Nada me importan los orígenes de la leyenda, como no sea para satisfacer mi curiosidad y admirar la belleza e incluso practicidad que encierra (cosas comunes por otro lado a tantas leyendas), tal fueran efectivamente las quejas satíricas contra el poder de la iglesia, cualquier otro tipo de abuso o simplemente la necesidad de unas gentes que encontraron la manera de manifestarse, sin quedar especialmente expuestos, ya que, no eran ellos quienes decían, eran las estatuas que hablaban.
Preciosa y maravillosa tradición que pervive y que, como en la novela, es posible que ayude a gentes que se deshacen de cargas emotivas, dejando su experiencia adherida a cualquiera de ellas y que, además, el tiempo se encargará de barrer y borrar.
Y ¡ojalá muchas estatuas en muchos otros lugares también hablaran! y, sobre todo, hubiera gentes que escucharan.
Bibliog.: Wikipedia, Turismo 12 de 08.05.05 por T. Moix, Información turística por Mauro Canella, Roma Virtual, Google.
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