lunes, 21 de enero de 2008

¡HABERLO DICHO ANTES!

Lugar: Valença (Portugal), en una preciosa quinta adaptada maravillosamaente y recuperada para restaurante en las viejas casas que ocupaban la de los caseros, el lagar y bodega, mientras en una lomita muy cercana (aunque ahora ya perteneciente a otra propiedad) se ve la gran casa, la de los señores, enorme pero completamente en ruinas. Día: ayer domingo. Integrantes: Juan, José Manuel, Aida y yo. Hora: la de comer, no podía ser otra. Comedor: con amplísimos ventanales que miran a la finca con un estanque artificial y un par de parejas de cisnes: dos blancos, dos elegantísimos, negros, a unos viejos camelios en flor y la Catedral-fortaleza de Tuy al fondo, con el pueblo a sus pies.
Hora, ya dije, la de la comida que no llegaba, que tardó en llegar...
Así que, se me ocurrió a mí llevarlos hasta ese restaurante para que conocieran un lugar nuevo (siempre tenemos problemas en sus visitas porque, como nosotros, ya han visto todo de por aquí). Antes tomamos una fresca cervecita en Tuy, cómodamente sentados junto a un ventanal sobre el padre Miño, en un día, tras muchos de intensas lluvias y temporal, con una temperatura y un sol maravillosos y después de haber subido al monte Aloya y contemplar la panorámica que nos ofrece y que vale la pena.
Luego, llegada al restaurante y el encargado que pone los ojos medio-en-blanco y que dice algo así como: "día muy complicado tenemos" (nosotros pensamos que se refería a la gente que tenían) en un perfecto español, "un momento"; entra y sale después de dos o tres segundos, no más, y nos dice: "tengo una mesa pero está en el centro del comedor", nosotros, no importa.
Así que, nos acomodamos y, efectivamente no importaba en absoluto porque el comedor es amplio, grande, con mesas lo suficientemente separadas para que no se molesten unos comensales a otros y que además te permiten ver el panorama desde cualquiera de ellas.
Cuando nos entregan LA carta, ya nos chocó porque: "solo tengo una en este momento" (que yo me dije ¿y por qué no habrá esperado un ratito?). Elegimos, nos tomaron nota y nos trajeron, rápidamente los "pinchos" a los que los portugueses son tal aficionados y que luego, por supuesto, incluyen en el precio. Con lo que nos imaginamos que tardarían un poco con la comida pero que, ya teníamos un entretenimiento...
Si, si...., ya.
Hora y 35" más tarde yo dije algo así como ¿qué hora es, ya llevamos por lo menos hora y media no?. Bueno..., y el tiempo que transcurrió hasta que nos trajeron nuestros platos de bacalhau... Así que, servidos de agua, cuyos vasos nos rellenaban los camaremos cada poco, vino, con el pan, que ahora se han acostumbrado a colocar también en Portugal, ya consumido, la cara de Juan cada vez más lívida, como si él fuera culpable de algo, y la extrañeza de todos porque en todo el comedor nadie abandonaba..., esperamos más de 2 horas por nuestros platos.
En una visita del encargado-jefe-maitre finalmente nos enteramos de que la cocinera-jefa de la cocina, había tenído que venir a Vigo, nada menos que a parir.
¡Haberlo dicho antes.....!
Porque casi le hubiera dado tiempo de venir, parir y volver a cocinar...

5 comentarios:

Cachito dijo...

Cosas veredes, Sancho.

Al margen del "palo", me parece una anécdota muy divertida y, como siempre, bien contada. Parece que estaba allí.

Por cierto, toma nota y cuando vayamos, nos llevas/lleváis, que el sitio, una vez parida la señora, tiene buena pinta.

fonsilleda dijo...

Tiene buena pinta y es bonito. Fíjate que J.Manuel, al llegar, dijo ¡qué bonito pa casar a las hijas!. En fin..., el que peor lo pasó fue Juan, ya sabes como es.

ricardo dijo...

:D

***

Froiliuba dijo...

Ya tiene que ser bueno el sitio sí.
Si a nosotros nos tienen mas de 30 minutos esperando montamos en cólera, pedimos el libro de reclamaciones ynos vamos sin pagar ni el agua, pero es que en Madrid somos así.
Un beso guapa, lleva primero a cachito y después, si todo va bien, me llevas a mi jajajjaja

fonsilleda dijo...

Prometido, atrévete y ven.