jueves, 22 de noviembre de 2007

LA EDAD

Sesenta años son los años que tengo, los que he vivido, los que han transcurrido desde que naciera allá en aquel lejano mes de las flores de 1947.
Parece mentira.
Tanta vida, tantos sufrimientos, tanta alegría y en este momento, cuando me paro a meditar en que los años ya son los que son, resulta que no me he enterado. Se han sucedido los días, uno tras otro, y han pasado en un plis-plas.
Y ahora, además, desde la distancia, cuando escribo o evoco todo lo pasado, tengo la impresión de haber sido una simple espectadora, como si yo no hubiese sido en realidad la protagonista de mi historia sino una persona, cualquiera, que se ha quedado a mirar, que ha presenciado una espléndida película, muy realista, directa, sincera, cruda a veces, divertida otras y honrada, pero sin ningún tipo de alardes. Una vida muy común, pero rica y llena de sentimientos.
Y, de pronto, como sin querer, también descubro que la belleza no está únicamente en las grandes cosas, los grandes hechos que pueblan los años, sino que se encuentra allí donde se vive. Es igual ser un gran protagonista, de esos cuyas biografías abarrotan con todo merecimiento los libros, que uno pequeño que, si aparece, es al final de los títulos de crédito (como si de la pequeñísima letra de un contrato se tratara) y porque no queda más remedio que citarlo.
Es lo mismo. Es la vida y vivirla, transcurrirla y darse cuenta de que pasa, lo que importa.
Y, la edad, mi edad, me proporciona la capacidad de pararme, pasar al otro lado de la pantalla y mirar que estoy viviendo, formando parte como una infimísima particula, sin siquiera posiblemente una frase, de esta terrible, breve y asombrosa película que es la vida.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ana, Ana... tu eres atemporal.
Cuando hablo de mi amiga Ana, nadie, absolutamente nadie, puede pensar que hablo de una señora de sesenta castañas (castañas sí, por ser gallega)porque eres joven por dentro y casi diria yo que por fuera ya que no los aparentas en ningun sentido.
Ya quisieran muchos de veinte tener la mente tan clara como la tuya, pero lo mas importante Anuska, es que enriqueces con tu saber, con tu experiencia de la vida a aquellos que te rodean.
Te quiero.

Cachito dijo...

Paca tiene toda la razón. Anda que no presumo yo nada de tita. Ni por dentro, ni por fuera... sólo esos huesos malditos que dan la tabarra a destiempo.
Tienes alma y palabras de poeta.

fonsilleda dijo...

¡Guapas!, gracias.

Dimarojo dijo...

Pues tu reflexión me ha producido un cierto desasosiego y me he descubierto con los ojos llenos de lágrimas mirando la pantalla de mi ordenador, sin verla nítida del todo. ¿Es borrosa mi vida?.¿Tengo las manos vacías después de tanto tiempo?. Tal vez, tal vez.

Cachito dijo...

Dimarojo querido, desde lo que te conozco, te aseguro que no es el caso. Ni vida borrosa ni manos vacías. ¡Habrase visto semejante estupidez!

Dimarojo dijo...

Bueno, cachito, no te cabrees.¡Qué temperamento tienes!. Son reflexiones sobre reflexiones. Vuelves la vista atrás, miras a tu alrededor, intentas vislumbrar el futuro, sin éxito, claro. Y sientes nostalgia de muchas cosas. Pensaba en la desaparición de mi muy admirado desde siempre y por siempre Fernando Fernán-Gómez. El único suceso en la vida que es inevitable y que es su contrapuesto. Ya sabes. Tal vez, tal vez.

fonsilleda dijo...

Bueno..., también es estupendo que, desde aquí podamos desahogarnos, plantearnos, que nos mimen, mimar.... ¿verdad?
Y, el futuro..., pues ya llegará.

Dimarojo dijo...

Pues claro que sí, fonsilleda. De eso se trata y, aunque cachito no nos ha presentado (ja,ja,ja,ja) seguro que nos llevamos muy bien. Tengo de tí inmejorables referencias.
Saludos muy cordiales.

Cachito dijo...

Eso de que Cachito no os ha presentado, teniendo en cuenta que Cachito está en Sevilla, Dimarojo en Madrid y Fonsilleda en Vigo, es como difícil. Pero ambos tenéis determinadas referencias del otro/a.

Seguro que os lleváis bien. No me cabe la menor duda.