miércoles, 26 de agosto de 2009

SALVAJE BELLEZA

Allá, un poco alejado, puedo ver desde mis ventanas, cerradas hoy por las guerras en la calle, o desde el balcón de baranda abierta, un gran polígono, con sus edificios, casi siempre feos, alzándose a lo alto.
Bloques cuadrados y sin apenas personalidad que, sin orden ni concierto, pareciera que le crecen a las rúas de muchísimas ciudades.
Grises, melancólicos o rebosantes de colores que chirrían y con una estética que no es, parece que prestan protección, en lugar de a sus numerosos vecinos, a unas aceras vanas y muchas veces sucias y a un tráfico que quisiseran no tener.
Los veo allí, fríos, atascados, inmóviles, casi vacíos en su lejanía, sin poseer, ni tan siquiera, esa belleza romántica que alcanzan, por ejemplo, los barcos varados en playas desiertas, escorados, rotos, oxidados y olvidados por el turismo que antaño los pobló.
Todos estos edificios, habitados por personas desconocidas, por esas gentes que siempre están más alla de casi todo, parecen unos entes mudos, silenciosos, sin entidad propia, más que la que le proporcionan sus moradores.
Yo los veo grises, como imagino sus almas y, menos mal que algún algún funcionario caritativo o sensible, pobló sus bordes con árboles de todo tipo, que proyectan y regalan sombras, vida y color a sus márgenes. Dulces orillas de calles apartadas y muchas veces olvidadas, salvo en las pocas ocasiones que, muchas veces por obligación, tienes que transitarlas. Y entonces, parece que cobran vida, como si tus pasos le prestaran energía vivificante y las llenaran de alegres y felices tonos.
Me fijo en el bosque que forman, de simples mamotretos, parece que nacidos sin ton ni son, a lo ancho y largo de nuestra geografía, formando un arbolado pétreo que, en el caso que me ocupa, descansa mirando al mar; a ese mar atlántico que me ha hecho presenciar las puestas de sol más hermosas e increibles que haya visto. Porque el sol inicia su reposo y retirada, sobre este mar mío, justo enfrente de sus geometrías.
Cuando hace buen tiempo y el sol luce, sentada en la comodidad de mi casa, sin la molestia que podría significar asomarme, presencio un espectáculo enorme. Tanto, que recuerdo que hace ya muchos años, aquella primera vez, llegué a asustarme al encontrarme con el espectáculo.
Hoy lo presencio, lo presenciamos, con calma pero sin dejar que nuestro asombro se duerma.
Y es que, poco a poco, todas aquellas lejanas ventanas y balcones estallan, explosionan como si el diablo hubiera abierto allí una nueva puerta a un infierno de luz y calor. Sucede despacio, primero ves una o dos ventanas iluminadas por una dorada luz como si sus vecinos se dispusieran a hacer la cena o abrir las páginas de un libro. Luego ya son cinco dorados puntos de luz que muy pronto pasan a ser muchos más para, de repente recibir y reflejar todos los colores que llevan al rojo intenso.
Entonces parece que todo, casas, ventanas, balcones y sus continentes despertaran a la vida a través del sol en su cenit. Y todo es color en el polígono, una luz roja de fuego.
Y todo parece arder y cambiar de tono cada minuto. Y conoces el poder del sol, su belleza, la vida que presta; porque, es justamente a su través, que todo vive y revive.
Aquello antes simple y sin carácter, se convierte en tan solo una cosa que encierra toda la salvaje belleza que el sol pueda proporcionar, todos los matices de su luz, todo el calor que encierra, toda la vida.
Imagen: Flickr, Galería de Contando Estrelas: "Isla del Faro".

21 comentarios:

Unknown dijo...

Lo único que siento es no haber podido plasmar esas intensas e inmensas puestas de sol en fotOgrafía como tú tan bien las has plasmado en letras... qué mejor fotografía que aquella que se contempla cada día y aún nos sorprende...
Todo salió bien,,,tú me entiendes...ahora sólo resta el postoperatorio...

EL SABADO REGRESO¡¡¡


BICOS

A.C. dijo...

Marabíllame observar o ben que debuxas o texto. Como lle das forma e o traes ata quen te le. Se non fose preciso ter os ollos abertos para ver as letras, eu penso que sería capaz de ver o que dis.

Manel Aljama dijo...

Yo me repito, pues no es la primera vez que te he dicho que pintas un cuadro con tus palabras. Si mal no recuerdo te he preguntado si pintas pincel. No te sería difícil. Además no estoy sólo en mi opinión: "Marabíllame observar o ben que debuxas o texto." Espero haber sido el primero aunque leyendo un texto tan plástico y evocador, creo que no.
Felicades por compartir este texto en el que he visto lo que querías que viese al leerlo.
Besos

Melba dijo...


Puedo sentir la tibieza de tu sol.

Salud♥s

Pame Recetas dijo...

Me sumo a lo ya dicho: pintas con el pincel de tus palabras. Puedo ver el cuadro perfectamente, una belleza!

auroraines dijo...

Debe ser maravilloso ver la puesta de sol sobre el Atlántico!
Le diste vida con tus palabras a los edificios. Una panorámica desde tu balcón que me encantó :)
Bicos

La sonrisa de Hiperion dijo...

"odo el calor que encierra, toda la vida."

Esa frase me recuerda a Antonio Gala... Encantador como siempre.

Saludos!

Cuspedepita dijo...

Ahí estou, contemplando a maravilla contigo a través das túas palabras.

A luz cambia por completo as paisaxes, ata aos polígonos insulsos pode extraerlles beleza.

Bicos

merce dijo...

El poder del sol, que todo lo transforma en exquisita belleza.

Un abrazo fonsilleda

Paco Alonso dijo...

Quien observa el sol tiene conocimientos de luz, sus pupilas ensanchadas son capaces de soportar cualquier destello que la vida nos ofrezca.
Muy bello tu post

cálido abrazo

Marisa dijo...

Esas maravillosas puestas de
sol que son capaces de tornar
lo feo en hermoso, regalándole
esa luz que le hace brillar,
adquirir calidez a lo que antes
era frío e inhóspito.
Tengo la gran suerte de poder
contemplar esos atardeceres
sobre las Rías Bajas, tan espectaculares que sobrecogen.

Posees arte en tus descripciones.
Me ha gustado leerte.


Besos.

Susi DelaTorre dijo...

Qué hermosura de imágenes has creado! He buscado en mi mente todas y cada una de las puestas de sol que he presenciado.
Las he revivido gracias a tí!

Graciñas y felicitaciones por poner el contrapunto al desastre urbanístico de nuestro entorno, con su inhumanidad.


Saludos!!

A.C. dijo...

É impresionante cantas cousas nos pode suscitar unha simple imaxe.
A min provócanme moitísima paz e sosego.

Francisco Méndez S. dijo...

Hola saludos, que estés bien, ya elimine los virus

maruxiña dijo...

uffff, vaia descripción, quedo abraiada vendo o que ti ves.

Biquiños rapariga!!!

Pame Recetas dijo...

Vuelvo a agradecer tu visita y a decirte que yo también tengo un sueño pendiente, que es conocer tu maravillosa tierra. Tengo tantos y tan queridos amigos gallegos, que es casi como si ya hubiese estado allí.

Un abrazo

Manuel dijo...

¡Qué gran envidia siento cuando te leo! Estoy esperando leer un día de qué manera tu pluma hace hablar a una piedra.
Lo estoy esperando.

Un beso, Ana.

Carmen Graña Barreiro dijo...

Me da mucho placer haberte descubierto Fonsilleda. Tu forma de describir y sentir el mundo que te rodea es como estar viendo una postal.
Un bico

Meiguiña dijo...

Magnifico amiga, tienes un don en tus letras. Tu descripcion me ha llevado muy lejos, a un momento magico que me encantaria repetir.

Esas puestas de sol ...

Biquiños

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

Amiga mia, ¡Cómo echo de menos a mi Atlántico y a mi Cantábrico¡. Sentado a la vera del Mar Mediterraneo que acoje mi exilio dorado me tengo que contentar con la salida del sol que aunque bella y hermosa no puede compararse con la dulzona golfería del encanto de una Puesta de Sol de nuestros bravos mares. Esa cenit hermoso con sus rojos de matices y gamas infinitas invita a soñar, a dar gracias por todo lo que ese Dios Sol nos regala y sobre todo nos invita a pensar en todo lo excitante que la noche traerá con su magia consigo...

Si hasta puede convertir esos mamotretos en las mismísimas pirámides de gizeh, ¿Que no será de hacer?

Besos amiga y gracias por venir a mi casa y navegar conmigo en mi barco de mis delirios.

Froiliuba dijo...

Hasta los edificios feos esos , que imagino cuales son, parecen bellos en tus manos.