miércoles, 11 de junio de 2008

PARA JULITA

Fotografía de Elia Fuentes, "Seixo": "Vermello... do meu lar"

Queridísima y recordada Julita:
No sé porqué motivo estos últimos días tu imagen, insistentemente, se me aparece haciéndome sonreír o provocándome un ligero pinchazo en el corazón. Dependiendo de lo qué provoque tu llegada: tu vis cómica o la nostalgia de tu ausencia.
Y entonces, ahora, me pongo a recordar y estamos en aquel pueblo de nuestras infancias, en aquel lugar sin entidad global ni importancia, pero que para nosotros, en aquellos años, fue casi todo.
Entramos en tu casa, una de tantas veces, por la puerta de la trastienda y allí, en aquella enorme mesa hay unas cestas grandes que están llenas de rosquillas recién bañadas. Se trata de vuestras rosquillas, las que han hecho conocer nuestro pequeño pueblo sin entidad, en muchos lugares. El aroma, no tengo que explicártelo, o quizá sí porque tú no lo notes de tan absorbido como lo debes tener, pero para mí que vivo en otra casa, es el delicioso olor de la tuya y de la familia de la que formas parte.
Dejamos las cestas con su exquisito y dulce contenido y continuamos hasta la cocina en la que, tu madre, Florinda y Casilda que entra en ese momento, están afanadas en sus cotidianos quehaceres. Cualquiera de ellas abrirá entonces una alhacena, aparador o chinero, que de todo hay y nos ofrecerá, de unos cartuchos de papel enormes, recientes y aromosos "cachitos". Y entonces, cuando de pronto me viene el nombre sonrío pensando en lo acertado que resulta, porque "cachitos" eran, supongo que siguen siendo, los trozos de rosquillas que al bañarse se rompían. A mí, ironías de la vida, me gustaban más que las enteras.
Voy paseando tus distintas habitaciones y piezas, entramos en el aseo de abajo, las dos, y allí como todas las niñas nos demoramos imaginando vidas y sueños. Subimos aquella preciosa escalera que todavía guarda la que fue tu casa y paseamos las habitaciones antiguas con presencias pasadas y actuales y seguimos jugando a que no somos nosotras.
Y me veo contigo llevando los cordones de un estandarte en una procesión cualquiera, con aquellas trenzas apretadas que llevabas.
Y cuando jugábamos todas en la calle y tú, llena de razón nos decías: "apartaros que vienen mis vacas" y dejábamos la carretera en aquel tiempo todavía poblada de niños, juegos, carros y animales y en la que, de vez en cuando se oía un: "... que viene un coche..." gritado por cualquiera.
Luego hemos ido creciendo, tú buena, simpática, optimista y te veo entrando aquel día en casa desesperada porque en la tuya se habían reído de ti. Quizá éramos ya adolescentes y, cuando te preguntamos qué te pasaba recuerdo que nos contaste: "es que estaba hablando con mamá y conMaruja y les dije que este año quería celebrar mi cumpleaños antecedentemente" y Gelucha y yo soltamos la carcajada y volviste a enfadarte diciendo: "¿veis", vosotras también". Estabas completamente obcecada, pero te reíste cuando te explicamos.
Y nos hicimos mayores y tu simpatía no sé si creció a más o menos velocidad que la bondad de tu corazón, porque nos hacías reír y aunque a veces lloráramos, tú salías con cualquier barbaridad que automáticamente enjugaba nuestras lágrimas y brotaba la carcajada.
¿Recuerdas la visita que nos hiciste una vez que nos trasladamos a una marítima ciudad?. Aquel piso de solteras en el que, con Gelucha acostada, Mary tú y yo nos cepillamos literalmente una botella de güisqui "Johnny Walker" etiquete negra, mientras hablábamos de tus enamoramientos y no sabías si reír o llorar...
Y, luego, una vez casadas, con hijos ya, ha seguido la pauta, la que tú marcabas en aquellas reuniones de siempre viejas, pero al mismo tiempo renovadas buenísimas amigas. Nos hacías reír a todas con tus montajes, con tus inesperadas salidas, con tus representaciones teatrales que, invariablemente nos llevaban o a nuestra infancia o a los personajes que la poblaron e, incluso a veces, a nuevas, sorprendentes y divertidísimas realidades.
Y, todas, una a una, aquellas amigas que todavía somos, te queríamos.
Y supongo que todas, como yo, en algún momento te recuerdan no sé si con más morriña o agradecimiento

1 comentario:

Froiliuba dijo...

¿y en agosto se comen rosquillas de Silleda? habrá que mojarlas en horchata o limonada o agua congeladita, pero... no me las pierdo eh, que seguro que in situ están mucho más ricas que las que ponen en el barrio las letras ejejjeje

burrrummm burummm ( onomatopeya de tubo de escape de 1000c.c.)