martes, 8 de enero de 2008

¿BELÉN?, ¿qué nos dejan?

Un año más se han terminado las fiestas. Ya se han ido y con ellas, los gastos, las comilonas, las visitas, las llamadas telefónicas, las felicitaciones escritas o habladas, los abarrotamientos en las calles, en las tiendas, y en los supermercados...
Pareciera que alguien nos impusiera la obligación de que, al menos una vez al año, o cada doce meses de nuestras vidas, o después de transcurridos 365 días y pico, no cuatrocientos, o doscientos veinticinco, tuviéramos o debiéramos agasajar, invitar, compartir, comer lo que ningún otro día...
Los bolsillos están un poco más (o mucho) desinflados, a pesar de las pagas extraordinarias, y los cuerpos un poco más maltrechos también.
Pero es que, además, si te fías de lo que se dice, casi nadie, excepto Juan, María, Elia y yo que disfruto con ellos, y tres o cuatro más como nosotros, lo pasa bien o espera con ansia e ilusión estos días; incluso pocos o muy pocos, le encuentran significado religioso a las celebraciones.
Y menos ahora que, por lo que me ha contado Pilar el otro día telefónicamente, el Papa está desbaratando y desmontando la Navidad con sus afirmaciones de que Jesús, ha nacido en Nazaret, en casa de sus padres: el carpintero José y su esposa María y no en Belén, como apunta la tradición.
Así que ella, Pilar, me ha hecho reir "de lo lindo", pero tenía razón al plantearse: ¿qué le queda a la celebración de la Natalidad de Jesús si se va al traste Belén, con su portal y su pesebre?; ¿qué nos dejan?; ¿qué va a suceder con ese lugar tan pobre y especial, pero rico en significado?; ¿y los pastores, por extensión los tres Reyes Magos con sus presentes de oro, incienso y mirra, el buey y la mula que le dieran calorcillo al recién nacido, la estrella, los otros regalos, más pobres, pero no menos importantes, de algún pastorcillo que podía y que guardaba y escondía amorosamente en su zurrón?; ¿qué va a ser de todos y cada uno de los personajes, incluyendo los ángeles, que han formado parte tradicionalmente de los Belenes: gallinas, patitos, un pescador, un río (montado con esfuerzo e imaginación pero presente en la mayoría de las escenificaciones, que se adaptaban generalmente a los paisajes locales), el caganer (al que cito porque seguramente es de los más populares y que ha sido exportado a otros lugares que en el que naciera), el castillo de Herodes, con "sus grises con lanzas", animales pastando, más pastores, las montañas, páramos o desientos, la lavandera (las mujeres ya apuntando maneras)...?. ¿Y esa estrella que más parece un cometa, pero que todos en algún momento nos hemos esforzado por representar?, ¿Qué nos dejan?
¿Ni siquiera la recogida de musgo en la que, en los pueblos de Galicia al menos, participábamos los niños con gran satisfacción porque, entre otras cosas, nos permitía manchar las uñas, manos, zapatos y ropa sin problemas y que, además, significaba una excursión en invierno (que no eran frecuentes y ni siquiera recomendables) y que a menudo había que dejar para otro día precisamente por las inclemencias del tiempo?
¿Qué nos queda?, justamente, además, este año que en una iglesia de Roma descubrimos un belén napolitano de gran belleza...
En fin, querida Pilar, nos quedan por lo menos, la memoria y los recuerdos de las personas y los momentos de ilusión y alegrías compartidos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues, ante todo, yo también te deseo lo mejor para tí y los tuyos en este año que acaba de echar a rodar. De corazón. Resulta que he leído ayer tu mensaje en mi antigüo blog, al que hacía un montón de días que no entraba. Lo inicié como prueba y después me pasé aquí, siempre feliz de la mano de quien tú sabes. Y no te he podido enviar mensaje porque no conozco tu correo.
Pasamos al tema de los belenes. ¿No da igual, a éstas alturas, el lugar del nacimiento?. No creo que nada vaya a cambiar. Pero yo soy de los que pasan bastante de todas estas fiestas y respiro aliviado cuando terminan. Bien hasta aquí. Pero he sido niño y tengo mis recuerdos, muy felices por cierto, de toda aquélla etapa. Te confieso que nosotros colocamos un portal que tenemos y que a mí me parece bastante bonito. Todavía este año. Y, desde luego, no seré yo el que hiera el sentimiento de las personas que, con todo su cariño, me invitan a participar con ellos de las fiestas de Nochebuena y de Navidad. O de Reyes. Cuando vas cumpliendo años, vas dejando a personas muy queridas en el camino, completamente irreemplazables, y eso empaña bastante los recuerdos. Pero la gente que te rodea, y que te quiere, se merece la mejor de tus sonrisas y que hagas un poquillo de tripas corazón. No veo ninguna incompatibilidad en ello. Antes de Navidad estuve viendo un belén maravilloso en mi ciudad natal, que ya es tradicional y que va mejorando con los años (yo creo que ya alrededor de cuarenta)y siempre que tengo cerca algún belén napolitano procuro visitarlo. De modo que me puedo considerar un defensor del belén. Nunca de esa estupidez seguramente importada de donde yo me sé y colgada de la fachada y que, incluso algunos medios de comunicación, nos quieren vender como lo más tradicional de lo tradicional.

fonsilleda dijo...

¿Eres tú?, voy a ponerme a investigar rápidamente..., sin preguntar. Espero que sí.
Yo también pienso que da igual el lugar de nacimiento. Mi comentario surgió porque no te puedes imaginar la gracia que tiene la madre de Cachito.
Yo también, en el fondo, disfruto de todo ésto, aún sin confesármelo del todo y, desde luego, lo que no se me ocurriría nunca es menospreciar a alguien por lo que celebren o en lo que crean