domingo, 25 de noviembre de 2007

LA COMIDA

(Postre de Oriol Balaguer)
Me gusta husmear en las recetas de cocina, en las que caen en mis manos y a las que tengo acceso por distintos medios y me gusta, creo yo, porque sencillamente me gusta comer.
Me entusiasma el disfrute que al gusto, al olfato y a la vista, proporciona la comida. Quizá la necesidad de tener que comer para vivir, es la obligación que más placer puede producir.
Supongo que genéticamente estoy predispuesta pues en casa, en la de mis padres, la comida y las horas de la comida, se respetaban, se compartían y eran casi sagradas. El oir la llamada aquella de: "¡a la mesa!", eran un imperativo y una orden, acatados por todos, casi sin esfuerzo. Comíamos juntos y disfrutábamos la comida juntos, salvo cuando por motivos determinados, los niños lo hacían antes. Aprendimos pronto a oler, a saborear y a respetar el recinto de la cocina, en el que se producían los caldos, guisos, asados, postres etc. , con todos sus aromas.
Viene todo esto a cuento porque últimamente estoy un poco obsesionada con el hambre en el mundo y con lo poco que hacemos para paliarlo. Sobre todo me preocupa la casi completa despreocupación en la que vivimos respecto a este tema. Sé muy bien que muchas veces hay que construirse un buen caparazón para guarecerse y sobrevivir, para conseguir que todo lo que sucede, no afecte el discurrir normal de tu vida. Pero también sé muy bien y no me cabe ninguna duda, de que se podría y deberíamos hacer mucho más.
Y por contra, me preocupa esta cultura naciente, pero ya bastante desarrollada y de moda, que se está produciendo alrededor de la comida y no es por el hecho de que se diga que la comida es cultura, que probablemente lo sea, pero si del gran lujo del que a veces se rodea. Los cocineros ya no lo son, son alquimistas, químicos, artístas, científicos que investigan con el simple objeto de encontrar un nuevo y maravilloso sabor una nueva y exquisita mezcla. Soy consciente de que es imposible que todo el mundo pueda acceder a las mismas cosas y, sobre todo, a todas, pero me parece lujurioso el pagar 80/100, o más, Euros/persona, en una cena que a mas de uno, seguro, deja con apetito.
Hacer un auténtico lujo de la comida, excesivo y sólo al alcance de muy pocos, cuando á tantísima gente en todo el mundo le falta incluso lo necesario para acceder a ella, simplemente para subsistir, me está comenzando a parecer una obscenidad.
Millones de personas se mueren en el mundo de hambre y nosotros, el cínico primer mundo, nos gastamos en una comida lo que seguramente en muchos lugares daría para dar de comer a una familia ¿cuántos días?.
He querido hacer un comentario sobre todos estos nuevos magos de la cocina que construyen, esculpen o pintan (más que cocinan), esos magníficos platos llenos de color, imagino que con diferentes y apetitosas texturas, que seguro aportan riqueza y originalidad a los platos y seguro también, que con unos maravillosos matices de sabor, pero no me sale.

8 comentarios:

Cachito dijo...

En lo de disfrutar la llamada a "la mesa" no me sorprende. Manana puso el listón muy alto para todas las cocinitas que vinimos detrás.
Con respecto a los cocineros de diseño, también yo me hago esa reflexión cuando los veo en la tele preparando esos platos tan monísimos y tan sofisticados. Será manjar de dioses, pero que te quedas con hambre, segura al cien por cien. A no ser que, además, sean como esas barritas enérgeticas que, con eso y un gran vaso de agua, estás comida. Lo dudo.
La foto que pones, o es un postre minúsculo, o es un bombón enorme.
Jijiji.

Dimarojo dijo...

Tocas tres temas con la enjundia de una buena comida, relacionados entre sí. La comida en sí misma, verdadera necesidad para el sustento y de la que muchos procuramos que se convierta en un placer siempre que podemos. Por el contrario, la ausencia de comida para millones de seres humanos que mueren por no tenerla. Y los restauradores, que llevan hasta lo inimaginable la manipulación de los alimentos. Tres miradas sobre un mismo tema que darían mucho de sí para hablar sobre ellas.
A mí me gusta la comida sencilla. "La de toda la vida" pero, además de cocinar esas cosas sencillas que yo puedo hacer, me encanta ver cocinar, el tacto de los alimentos, el verlos, el olerlos, la paleta de colores, el "ambiente" que se forma en la cocina (impresionante en las cocinas antiguas de leña o de carbón que, al mismo tiempo, servían para que se calentase la familia en el invierno).
¿Qué podemos decir de la ignominia del hambre en el mundo, que se mira con absoluta indiferencia en las sociedades mucho más desarrolladas?. Me temo que poco, a no ser el remediarlo en lo posible a nivel individual como mejor podamos. Donde hay dinero, salvo casos aislados, hay corrupción. Esto tiene que ver, sobre todo, con las ayudas que se pueden prestar a muchos países y que van a parar a las fortunas privadas de sus dirigentes. La, cada vez, más creciente y alarmante corrupción de las ONG. La locura de los gastos militares de determinados países de los que, con una infinitésima parte, se podría solucionar el problema, y que por el contrario sólo llevan más dolor, sufrimiento y destrucción. Todo esto es una espiral.
Y, ahora, pues tenemos a los grandes "chefs" perseguidores de estrellas Michelín creando delicadas espumas, texturas sorprendentes y sabores, posiblemente, difíciles de definir, a precios mareantes. Así está el mundo. No se puede ser muy optimista al respecto y lamento, por cuestiones razonables de espacio, tener que ser tan evidente, superficial y esquemático en el tratamiento de un tema tan ¿banal? como la comida.

fonsilleda dijo...

Neniño, tu comentario debería haber sido el que encabezara el blog.
Yo quería hablar de la nueva cocina, pero no he podido, se me ha cruzado el dinero por medio.
Gracias por entenderlo, explicarlo y ampliarlo tan bien.
Por cierto ¿has visto mi cocina, que era la de Manana, la abuela de Rocío?

Dimarojo dijo...

Buscando cual sabueso he dado con tu bonita cocina, ésta cargada de las preciosas historias que cuentas. Para mí, una joya. Yo también he tocado cocinas parecidas, quizás con menos historias o con historias que yo no he llegado a conocer. Cuando se pone cariño en las cosas parece como si te facilitaran el camino, como si fuera todo un poco más fácil. Hace unos días me/nos he/hemos entregado (mi esposa y yo) a hacer una carne de membrillo, por primera vez, con unos membrillos traídos de Extremadura. La señora que nos los vendió nos dijo que el árbol debía de ser centenario. Supongo que ese será uno de los secretos. Porque resultó algo pesado, pero sencillo. Y el resultado es que no tiene nada que envidiar a los mejores que yo he comido. Y tenemos membrillo para una temporadita.

fonsilleda dijo...

Mi madre, abuela de Rocío, también hacía membrillo, no siempre, cuando tenía ganas porque realmente creo que sí, que es pesado. Seguro que el vuestro está riquísimo y que no encontrareis en el mercando uno tan rico. Precisamente hace unos días una amiga nos regaló un trocito hecho por ella y estaba..., bueno, de rechupete, seguro que como el vuestro.
¿Ya sabes que Rocío que es una buenísima cocinera también, ahora hace su jabón?.

Dimarojo dijo...

De la capacidad y habilidad de Rocío, lo creo absolutamente todo.

Cachito dijo...

Me sobreestimas, Pepe.
Yo también quisiera ver la cocina, pero no tengo las capacidades detectivescas de nuestro amigo así que ¿podrías decirme dónde encontrarla sin estrujar mis células grises?

Cachito dijo...

Encontrada y comentada la cocina de mi abuela.